De cabellos blancos, dientes apretados, miradas serenas y almas resignadas. Han vivido toda su vida en la calle, nadie los ha extrañado, nadie los ha extrañado. Pero la vida les cambió los planes, y en diferentes circunstancias acudieron a nosotros. Cada uno tiene una historia, un nombre y un número de pluma. Y esa es toda su fortuna.
Todos tienen diez años. Y como trabajar con animales es una realidad, somos conscientes de que no tienen ninguna posibilidad de volver a casa nunca más. Pero después de que nuestras vidas vuelvan a estar en pleno apogeo, al menos ven a verlos, llévalos a caminar, llévales algo bueno y escucha sus historias.